viernes, 3 de diciembre de 2010

Democracia y Universidad. José Saramago

José Saramago, Premio Nobel de Literatura, fallecido en el mes de junio de 2010, fue un impulsor decidido sobre el papel de la Universidad y de los universitarios y de los retos para la formación de una “ciudadanía crítica, responsable y que no acepta las cosas que sucedan así”.
Durante la entrega del Doctorado Honoris Causa por la Universidad Carlos III de Madrid en 2003, señaló que la democracia se asemeja hoy "tristemente al paño solemne que cubre el ataúd donde ya se está pudriendo el cadáver", y es, para el escritor, es la Universidad la que tiene ese poder de reinventar la democracia "antes de que sea demasiado tarde. Y la Universidad puede…", aseveró. "La Universidad", dijo, "debería ser, más que una institución dispensadora de conocimientos, el espacio de formación por excelencia de la persona educada en los valores de la solidaridad humana y del respeto por la paz, educada también para la libertad y para el espíritu crítico, para el debate responsable de ideas".
Esta es la deuda de la universidad pública mexicana, de los universitarios, repensar a la autonomía universitaria como forma de vida, con la esencia de ser universidad, en una práctica constante interna y externa de la democracia como forma de vida. No nada más la autonomía universitaria se encuentra en una encrucijada a partir de los embates del Estado y de gobiernos en turno que no reconocen ni han valorado su función social y trascendencia para el desarrollo integral y humano de un país, la encrucijada también se ubica al interior de sus estructuras organizacionales, de sus procesos, de la actuación de sus actores, de la masa crítica formada, la mayoría, con los recursos de la sociedad, me refiero en efecto, del reto inmediato que tenemos los universitarios para promover y vivir en democracia interna, en el marco de la congruencia social como lo dice Saramago en su libro: Democracia y Universidad(2010) en cuanto a que …”la universidad tiene que asumir su responsabilidad en la formación del individuo, y tiene que ir más allá de la persona, porque no se trata sólo de formar un buen informático o u buen médico, o un buen administrador, la universidad, además de buenos profesionales debería lanzar buenos ciudadanos.
Este es un reto para la transformación de la Universidad hoy y es impostergable, de repensar su autonomía desde una perspectiva moderna, abierta, problematizadora, desde dentro, con las comunidades universitarias y con la sociedad en general.