viernes, 5 de octubre de 2012

Reflexiones de un académico obsesionado por una práctica académica alternativa

El presente escrito, nace de la ilusión de ver a una academia renovada y de abrazar a la universidad desde su ser. Probablemente se dirá que estas lineas se han escrito con el corazón, tal vez sí, probablemente con la luz que orienta una utopía que se sigue, que no se alcanza y que cada vez se está más lejos de ella. La realidad universitaria hace su parte, se vuelve enajenante, heterónoma, controladora. Es la realidad de lo que sucede en el interior de las universidades. Sí, no generalizo, pero se va fraguando una loza exageradamente pesada que ni siquiera se puede mover, mucho menos cambiar y que deja espacios cada vez más pequeños a través de los cuales con dificultad, ingresa la luz.
Reconozco que en este momento y espacio que me doy, sentimental, porqué no, es del científico, que se dobla y que en este instante no se lee ni se ve desde el paradigma del método científico. Sin embargo, es fundamental que se exprese. Espero producir un par de ideas provechosas durante este diálogo conmigo mismo. Algo más, son espacios de parsimonia que pueden generar creatividad... En fín, esta ha sido una breve o "extensa" introducción. Entremos en materia. 
Reflexiono sobre las prácticas académicas en la universidad pública y me queda claro que necesitamos renovar el tejido académico, repensar el ser universidad, ampliar y profundizar con imaginación nuestra relación con el entorno. Asimismo, considero que la pluralidad es un valor que hay que defender desde el hacer educación, en la congruencia entre lo que decimos como profesores e investigadores y lo que hacemos en las prácticas educativas con los estudiantes. Tenemos que aceptar que no somos el centro de la universidad, son los estudiantes, miembros de la sociedad que en el contexto actual, tienen retos y expectativas y se mueven en ambientes de incertidumbre, entre lo que desean hacer y lo que los sectores público, privado y social generarán como posibilidades para su involucramiento en el mundo del trabajo. Cada vez me queda claro que la innovación y cambio en la universidad se gesta desde las entrañas donde se construye y desarrolla la gestión directiva, como la mediación para generar posibilidades de desarrollo institucional. El dilema actual se ubica en reconocer y problematizar el estado de confort en el que nos hemos estacionado las y los académicos, en donde los privilegios construidos durante muchos años en la institución, representa la fortaleza, nuestro "campo vital" y el búnker donde los intentos de renovación  chocan en un mundo cada vez más impenetrable. Las conciencias están desestructuradas. Hay discurso. No hay práctica renovada. ¿Qué hacer? ¿Cómo trastocar la intimidad de las y los académicos para movilizarlos hacia nuevos escenarios anticipatorios, de una universidad pública que también exige y reclama transformación?
Más allá de los enfoques, principios, teorías que indudablemente fundamentan el quehacer del científico y le "hablan" a los problemas de investigación, necesitamos cuestionar el papel que hoy en día tenemos en la universidad e iniciar un proceso revolucionario con profundas implicaciones éticas y sociales. Sí, los valores, problematizar, intervenir, sensibilizar. Estas acciones y el deseo de cambio, no surge desde una lógica voluntarista, coercitiva o desde el poder vertical. Demanda  un replanteamiento del académico desde su propio proyecto de vida personal y profesional. La renovación como práctica social, exige, romper paradigmas, desde la confrontación entre y con los colegas. Desde la vivencia en la universidad, como insumo para el proceso de cuestionamiento radical. En efecto, estoy en lo alternativo, lo diferente, lo que nunca se ha hecho. Son los terrenos de la innovación. Asumidas como categorías, la intencionalidad, entonces para intervenir y transformar la práctica es la que se asume, se recrea, y se internaliza. Todo ello, nunca desde el individualismo, mucho menos del utilitarismo. Son acciones, colegiadas, colaborativas y comprometidas con la sociedad. No en abstracto. Son los sujetos con los que interactuamos todos los días. El reto es iniciar y para ello se requiere plantear nuevas visiones, nuevos retos, nuevos caminos para generar las primeras células que permitan configurar un nuevo tejido académico. El impacto, por supuesto, es el de participar en la formación de una nueva ciudadanía. La reflexión puede y debe continuar...