martes, 19 de mayo de 2015

LA UNIVERSIDAD PÚBLICA EN SU ENCRUCIJADA (Cuarta de cinco partes)

La transformación de las prácticas...

Uno de los retos inmediatos de la universidad es sin duda la transformación de las prácticas académicas de los profesores, gestores y directivos. Esta aspiración es un proceso paulatino que no se desarrolla de manera individual o por una actitud voluntarista de empezar a cambiar al margen de una clarificación e intencionalidad de repensar el quehacer cotidiana, así como del cambio de paradigma respecto a como se entiende y se asume la realidad universitaria.  Esto es, se trata entonces de acciones deliberadas en el marco de las grandes transformaciones que se exige, hoy en día, a la universidad y a las instituciones de educación superior. 
Cuatro elementos permean un proyecto de universidad de puertas abiertas, flexible en su oferta educativa, vinculada a los nuevos territorios de las ciencias en la lógica de la transdisciplinariedad y de los nuevos caminos que plantea la sociedad del aprendizaje. Estos son:

1.- El liderazgo sustentable de los directivos y responsables de proyectos en la universidad.
Este elemento asume que quienes son responsables de acciones ejecutivas que operacionalizan el rumbo y los destinos de las universidades, deben reconocer que tienen ante sí a una comunidad que tendrá que repensarse de manera permanente como un colectivo que problematiza su realidad cotidiana a la luz de la misión y valores que orienten la construcción de nuevas vetas universitarias en la diversidad, la heterogeneidad, la inclusión y el respeto mutuo. El liderazgo sustentable es una alternativa de comprender e intervenir a la universidad como un espacio intensamente educativo y de un manejo de herramientas metodológicas mediante las cuales los actores se pregunten por los acontecimientos y logros de las personas que hacen comunidad, de los avances académicos del destinatario final que es el estudiante. El liderazgo se convierte en una práctica internalizada por los directivos como práctica social e histórica y que se expresa con el crecimiento de la institución de un estado de menor conocimiento y prácticas reconocidas por lo que producen, a otro de mayores capacidades y posicionamiento institucional.

2.- La anticipación como categoría que orienta las estrategias de los colectivos de la universidad. 
El dinamismo científico, tecnológico y social ha exhibido al mundo de la escuela como una red de entidades educativas lentas y por lo general obsoletas y, la mejor de las veces, reactiva. Esta forma de ser universidad no se debe al hecho de que se carezca en las entrañas universitarias, en los colectivos, de posibilidades para no imaginar acciones inéditas que fortalezcan los cambios que se suscitan día a día. Se ha determinado que la universidad no ha tenido las estrategias en comunidad para conformar los colectivos orientados en la gran tarea de alinear las grandes transformaciones, con las nuevas figuras organizacionales que exigen una universidad maleable para redefinirse como una institución pertinente y socialmente responsable. Lo es en el discurso, falta abrir brechas, caminos para romper paradigmas en la acción. 

3.- Poner en el centro del proceso educativo a las personas, los estudiantes y padres de familia. Son los sujetos que le dan vida y materializan los valores de ser universidad. Dos acciones de carácter institucional son importantes para este proceso: la vinculación con sujetos y grupos clave que pueden alimentar el quehacer universitario y potenciar sus funciones sustantivas y, la estrategia de comunicación que de cuenta de los acontecimientos de la universidad desde los principios de transparencia y rendición de cuentas a la sociedad. Crear un nuevo tejido social pasa por entender que la universidad no es una organización aislada o cerrada, todo lo contrario, representa y es el espacio para construir y delinear, con imaginación, los nuevos rumbos éticos y sociales de una sociedad que además de la generación de conocimiento nuevo y de la formación de profesionales transformadores, debe centrarse en el fomento del saber convivir. Estas capacidades cruzan el horizonte de buscar alternativas a lo que hoy vivimos, el rompimiento de la comunicación de actores que pueden incorporarse y tienen la posibilidad de plantear buenas prácticas y son agentes para movilizar sus saberes profesionales y de sus pares, para un nuevo estadío con prácticas sociales de nueva generación. 

4.- Desestructurar a las élites académicas y directivas que abanderan proyectos individuales desde el paradigma técnico económico.
Hoy en día en las universidades públicas se han instalado grupos de poder que se han reproducido de manera exponencial  y, que en el marco de la modernización de la universidad, llevan un discurso que posee contenidos implícitos en sus prácticas institucionales para conformar y consolidar proyectos hegemónicos que no abonan a una propuesta de universidad incluyente, problematizadora y vinculada intensamente a las grandes necesidades nacionales. Se operacionalizan propuestas desde el marco de las políticas públicas en las que los actores universitarios, la comunidad en general, no participa, está ausente. Es la lucha entre la implementación de directrices que incorporan en el torrente sanguíneo y colocan en las entrañas de la universidad los chips de la autocensura, del inmovilismo, del mérito inmediatista, como forma de ascender en el escalafón académico y directivo, contra una universidad que intenta renovarse con nuevos cuadros que releven a las generaciones que han aportado a la construcción de la universidad que se tiene en el presente, actores en comunidad que se arriesgan en el planteamiento de nuevas fórmulas para la participación como forma de vida cotidiana y que el aprendizaje es un proceso permanente para la conformación de nuevos esquemas para organizar y proyectar a la universidad, cara a cara con todas y todos los actores, geométrica en su construcción, de puertas abiertas y con la mística de repensarse con la sociedad en interacción. 

Estos son algunos caminos que ya se exploran en algunos rincones universitarios, se necesita generalizarlos y, para ello, el debate es fundamental para dinamizar el discurso y la práctica institucional para una nueva generación, que hoy cambia en sus costumbres y valores, se estima y advierte, cada trienio.. 
De ese tamaño es el reto para las y los académicos, insatisfechos con el estado actual de cosas.
La puerta está abierta para caminar con estrategia...