sábado, 23 de noviembre de 2019

Liderazgo y Gestión Escolar de Excelencia




Víctor Manuel Rosario Muñoz
En los últimos años se han posicionado en el sistema educativo mexicano una serie de conceptos y enunciados que han configurado un discurso en el que pareciera que se conocen con certeza y profundidad, los problemas principales para transitar de manera innegable hacia la calidad educativa. En efecto, todos hablamos de calidad, liderazgo, gestión, innovación, cambio, transformación, entre otros, conceptos protagónicos. Sin embargo, asistimos a una gran contradicción y porque no, conflicto, el hecho de que los cambios exponenciales que se desarrollan en el aquí y en el ahora en la ciencia, la tecnología, las formas de organización institucional, las novedades en las formas de comunicación, evidencian una carrera desigual para los sistemas educativos, para las instituciones escolares. En sentido figurado, es una carrera entre un caballo pura sangre contra una tortuga.
A qué me refiero con esta reflexión, al hecho de que a pesar de nuestras dificultades, omisiones y sobre todo necesidades, el sistema educativo mexicano no se encuentra inmerso en un proceso integral en sus diversos niveles educativos, modalidades e intenciones en el proceso de educar, para transformar.
No es mi propósito compartir con ustedes un panorama desolador, pesimista, o de que ya nada es posible, todo lo contrario, es mi responsabilidad iniciar un debate abierto y sobre todo comprometido, compartiendo algunos indicadores sobre el contexto en el que nos encontramos. Veamos algunos datos:
-               15 millones de personas entre los 15 y 24 años están desempleadas en Norteamérica y Europa. Hay un 25% de desempleo juvenil en Francia e Italia. En España, el 45% de los jóvenes están sin trabajo. (Tapcostt y Williams, 2011, p.24)

-               En el caso de México y según datos del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (panorama 2010) establece que la asistencia a la escuela de la población de 6 a 11 años es casi universal (98.3%); mientras que para la población de 12 a 14 años desciende (91.6%). Para la población de 3 a 5 años es del 69.0% y de 15 a 17 años del 64.8%.
-               Los profesores de 6o de primaria en su mayoría cuentan con estudios de licenciatura o posgrado, dos terceras partes tienen entre 30 y 49 años de edad, menos de la mitad están incorporados a Carrera Magisterial y 13 de cada cien poseen dos años o menos de servicio docente.
-               Más de la mitad de los directores de primaria son varones, la mayoría cuenta con estudios de licenciatura y siete de cada diez dice participar en actividades de formación continua pertinente a sus necesidades actuales. La mitad de los directores de primaria no posee la clave correspondiente al cargo directivo y en proporción similar cumplen a la vez con tareas docentes; sólo la mitad está incorporado a Carrera Magisterial.
Frente a este panorama, me pregunto: ¿el liderazgo y la gestión educativa están en crisis?, mi primea respuesta es sí. ¿Cuáles serían entonces las causas para afirmarlo? ¿Desde dónde iniciar un proceso para romper con los paradigmas dominantes y hegemónicos que se han instalado en el sistema educativo mexicano? ¿Cómo detener el tsunami de la desesperanza, apatía y de la inmovilización de los actores institucionales?
Mi primera respuesta: Es necesario trastocar por completo las prácticas convencionales que han generado, como valor fundamental la espera pasiva de la ayuda externa para que las cosas sucedan. Me refiero específicamente en la imperante necesidad de romper con el monólogo educativo, los canales de comunicación de arriba hacia abajo, las estaciones de “radio” que se han erigido como las portadoras de las grandes verdades, en suma, se trata de romper con los viejos modelos de pensar y hacer educación, propios de la pedagogía industrial. Trastocar, en definitiva, las “torres de marfil” que se han construido por décadas en los diversos espacios educativos de este País.
Uno de mis propósitos de esta conferencia, es sin duda, aportarles algunos elementos viables que les permitan continuar con la reflexión y pasar a la acción con sus colectivos escolares.  Es indudable que el fenómeno educativo no se rige con recetas, ni con suposiciones, mucho menos con ocurrencias. El hacer educación requiere y demanda, primero, un profundo compromiso con México, una clara expresión de responsabilidad social, una vinculación sin regateos y sin omisiones del conocimiento y reconocimiento de las grandes necesidades nacionales. Por lo tanto, nuestra práctica no puede reducirse ni acotarse en los marcos del tecnicismo o instrumentalismo o de la aplicación del método, en sí mismo, para lograr la “excelencia”.
Exige, de inicio, la recuperación del espacio de la escuela como un bien público, que nos lleve a la regeneración de la confianza pública en el profesor, con nuevos motores, que conduzcan al acto de educar como generador de valor agregado, a la institución escolar como el espacio de la innovación permanente y propiciadora de respuestas sobre los grandes temas emergentes comoson: el desarrollo profundo en la comunidad educativa del quehacer cotidiano sustentable, velar por los derechos humanos, la equidad de género, el respeto a la diversidad y con absoluto compromiso con la inclusión y el reconocimiento del multiculturalismo como forma de vida.
Situados, entonces, en este andamiaje, veamos algunas vetas que se abren en este panorama.
Cuatro principios orientan las siguientes reflexiones para iniciar un proceso de transición hacia un estado de mayor conocimiento con respecto a la institución escolar, y por lo tanto, a la transformación de las prácticas.
1.- Reconocer la urgente necesidad de internalizar, de manera efectiva, los nuevos paradigmas de la información-comunicación por parte de todos los involucrados en el mundo educativo
2.- Transitar al aprendizaje colaborativo y en red, como mediación, en el marco de una práctica educativa intensamente mediacional
3.- Reinventar a partir de los viejos modelos de la organización escolar, la práctica de la gestión, y de repensar los liderazgos desde otros enfoques
4.- Asumir que la calidad y excelencia son dos términos ligados invariablemente a las buenas prácticas, a la generación de valor agregado de la escuela, al establecimiento de una autonomía relativa para la toma de decisiones y del reconocimiento público, es decir, la reconstrucción de una escuela abierta.
Pasemos al desagregado de cada uno de estos principios:
Sobre el primer punto, respecto a reconocer la urgente necesidad de internalizar, los nuevos paradigmas de la información-comunicación en el mundo educativo. De inicio deberemos advertir, que he dicho, internalizar, que no incorporar. Esto es relevante. La manera en que se ha operado en la mayoría de las instituciones educativas la incorporación de las tecnologías de la información y en especial del internet, ha sido mediante una lógica del “otorgamiento”, la donación. Del “nos instalaron”, es decir, es la idea arraigada asistencial, del “me das, para hacer”, lo que nos lleva a asumir de manera acrítica y unidireccional el equipamiento de las escuelas. Muchos ejemplos hay respecto al desconocimiento en el manejo, su utilidad e implementación de estos sistemas, procesos o los apoyos en las prácticas institucionales de docencia, gestión y en la administración escolar. Aquí se trata de identificar los alcances de este principio.
Por una parte es necesario introducir un cambio en las percepciones de los educadores sobre los valores en la escuela, así como, el desarrollo de una conciencia política sobre el papel de la escuela en los desafíos que enfrentan las comunidades. Se trata de desarrollar nuevas formas de interacción, en el marco, de una sociedad más compleja y de reconocer a las nuevas generaciones que nacen con una información genética adicional, a la que he denominado, la generación del “cromosoma on line”. El reto se ubica en educar para el siglo veintiuno y no para el siglo diecinueve.
El acceso a la información digital, el acelerado reporte de los resultados de investigaciones en tiempo real, la participación y consolidación de comunidades virtuales y el desarrollo del trabajo colaborativo en el marco de los códigos abiertos, son apenas alguno de los factores que han puesto en crisis a la institución escolar, y por lo tanto, a los actores, llamados, profesores.
Quien no entienda que el internet representa un mundo de oportunidades para la generación de conocimiento nuevo y de nuevas formas de concebir las relaciones interpersonales y de la organización de las instituciones, está condenado a vivir en una realidad que ya no es, que dejó de ser y que nunca más representará una posibilidad para el desarrollo humano.
Una de las conclusiones de inicio que se desprende de lo anterior, se refiere a la necesidad de repensar los viejos modelos pedagógicos, que den paso a las nuevas propuestas y enfoques educativos, en donde las tecnologías de la información no se asuman de manera periférica y asistencial, sino desde sus implicaciones epistemológicas, es decir, desde la problematización de cómo aprenden los estudiantes en un contexto complejo y dinámico. Por lo tanto, hablaríamos en la necesidad de que el magisterio nacional, participe en la construcción de nuevas estrategias que yo les llamo de cuarta generación[1], para inventar nuevas situaciones de aprendizaje en donde los estudiantes le den sentido y les signifique los tiempos y las acciones que desarrollan en la escuela, de manera cotidiana. “… el nuevo mundo… ofrece a las organizaciones una oportunidad de aprovechar nuevas fuentes de conocimiento y valor” (Tapscott y Williams, 2011, p. 34)
Con respecto al principio número dos referido al tránsito al aprendizaje colaborativo y en red en el marco de una práctica educativa mediacional. Lo primero que hay que reconocer, es la necesidad de revisar el modelo jerárquico en la conducción de las escuelas, es decir,  los modelos de gestión autoritarios y unidireccionales que hoy en día son obsoletos, simplemente por que tiene ante sí, el espíritu democrático que campea en la sociedad mexicana, y más en la generación .Net, que se resiste a acatar los viejos dispositivos del ejercicio del poder y que se expresa en sus “luchas” que se dan tanto en el hogar, como en la escuela. Esta generación ha hecho suyo “los avances tecnológicos a través del software social y las tecnologías colaborativas, [y] están superando con creces esa sensación de soledad y aislamiento…”, (Córica y Dinerstein, 2009), lo que implica que los nuevos ambientes para el aprendizaje deben valorar, de inicio, el capital simbólico y virtual de los estudiantes, antes y durante el acto de educar.
En este lógica, se ingresa al mundo de la innovación, con un sentido colaborativo y colegiado tanto entre los pares, como con los estudiantes. Se trata, de desmontar los viejos moldes para hacer docencia, para hacer investigación, para hacer gestión. Educar en tiempo real, es el nuevo desafío. Sí, me refiero a desestructurar el modelo e ideas de que estamos educando a nuestros estudiantes para que “que el día de mañana sean…”. Educamos para el presente, con énfasis en los aprendizajes transversales, no en los aprendizajes que aplicarán posteriormente y que para entonces serán obsoletos.
Otros factores que participan en una nueva concepción de cómo aprenden los estudiantes y del aprendizaje colaborativo y colegiado, es el cambio inherente de las prácticas docentes, sobre todo la manera en que conciben los profesores la comunicación con los estudiantes. Entramos, con esta idea, a la necesidad de intervenir la propia práctica, a repensarla, recuperarla, sistematizarla. Una de las posibilidades es romper con el efecto “maquila” en el acto de educar, respecto a que “todos deben aprender lo mismo, al mismo ritmo y con idénticas herramientas”, para que a la hora de valorar los logros, todos deberán demostrar que han logrado los mismos estándares. Se asiste, sin cuartel, a la homogenización como principio rector a seguir.
Es así como los profesores, debemos asumir la urgente necesidad de los cambios, y salir del “estado de confort”, en el que nos hemos instalado. Debemos trastocar nuestros modos y formas enajenantes de hacer docencia, de derribar nuestros rituales pedagógicos y asumir el cambio, con dolor, relanzar nuestras prácticas, con nuevas fuerzas, preguntándome a cada momento “¿Qué de lo que hago, educa”? o ¿En qué me fijo para decir que estoy educando?”. En efecto, son actos de humildad, de enterrar la soberbia y de asistir a valores como el liderazgo solidario, la colaboración incluyente, y el respecto a la práctica educativa de los estudiantes desde la mirada del valor agregado que evidencie sus transformaciones reales en su pensar, decir y hacer.
En esta tesitura debemos preguntarnos ¿porqué el magisterio no es totalmente proclive al cambio?. De inicio, y como una argumentación justa, podemos asumir, que no es exclusivo de nuestro gremio, que los cambios no son de corto plazo y que esta aparente resistencia tiene su explicación en el arraigo de las prácticas culturales, en la rutinización de la labor docente y a los intereses creados en las organizaciones que se niegan a dejar el cúmulo de privilegios e intereses.
Con respecto al principio tres, en cuanto a reinventar a partir de los viejos modelos de la organización escolar, la práctica de la gestión, y de repensar los liderazgos desde otros enfoques. Las aportaciones de Ben Levin (2010), son fundamentales, entre otras argumentaciones en su documento Cómo cambiar 5000 escuelas,  planteó las siguientes hallazgos: Involucrar a la comunidad en el quehacer de la escuela, generar capacidad educativa, desarrollar un liderazgo positivo, mejorar la enseñanza con el cambio de actitud del magisterio, procurar apoyo político a los cambios propuestos. Estos factores integrados en un proyecto institucional, requieren y demandan un nuevo modelo de gestión, nuevas prácticas de gestión, con un conocimiento profundo de los acontecimientos en la escuela y de una concepción del cambio desde la innovación e investigación.
Algunas ideas que plantee en la investigación sobre la gestión directiva en la Universidad de Guadalajara (Rosario, 2007) rumbo a un cambio de paradigma en la gestión, fue la de tratar de comprender y expresar una nueva concepción sobre la institución escolar, como una organización en permanente movimiento, de carácter sociohistórica, heterogénea, abierta y con estructuras académicas y administrativas flexibles, cíclicas y con esquemas de trabajo matricial y en red. Este último elemento, el trabajo en red es un concepto irrenunciable en las nuevas formas de concebir el trabajo en las instituciones de educación superior, como asumir que la generación de conocimiento nuevo es más pertinente en el modo 2 de hacer ciencia de Gibbons (1997).
Asimismo, planteamos que un nuevo modelo para la gestión e innovación escolar pasaba por entender que la problematización de los grandes retos y conflictos se convertían en tareas para asumir y reconocer las tendencias sociales, científicas, políticas, culturales y valorales. Todo ello con el involucramiento de los actores institucionales. El reconocimiento al valor agregado que tiene la institución escolar como organización en su conjunto, desde los colectivos, como, en términos de Senge, “organizaciones que aprenden”, lo que determina que la coordinación de los procesos institucionales se lleven a cabo en el marco de un intenso autoaprendizaje y actitud para estar interviniendo de manera integral y equilibrada, en un proceso de acción-reflexión-acción. 
 Reinventar nuevas formas y modelos de gestión educativa, y reconstruir nuevos liderazgos, pasa por entender que el aislamiento institucional es uno de los problemas que habrá que resolver de inmediato. Me refiero al hecho de que las instituciones de educación superior y, en general, las esculas mexicanas, se han  convertido en organizaciones cerradas, en el que se les dificulta la colaboración  y la innovación sustentable, es decir, acciones de trabajo intencionadas con proyectos desarrollados mediante redes horizontales y en donde la colaboración representa la oportunidad para que nuestros pares, aporten a la generación de conocimiento mediante la desaparición de las burocracias mecánicas y de la eliminación del principio de la desconfianza como directriz institucional.
Un trabajo en red, de carácter incluyente y con respeto y participación de los cuerpos colegiados, se destaca por su apertura y transparencia; el acceso a la información y por supuesto, por los grados de libertad de los actores participantes. Construir un proyecto, mediante una postura que incentive el desarrollo de las ideas y la creatividad para construir, considera como mediación a la gestión en su dimensión de intervención permanente. Este tipo de trabajo se viabiliza con la inteligencia y actitud de los actores de compartir sus hallazgos, resultados, e impactos de sus innovaciones. Es una forma de trabajo que rompe con la manera tradicional de entender y comprender la generación de conocimiento.
Se trata, además, de sacar provecho a la información, que como núcleo duro se tiene  y ha construido para la generación de mayor conocimiento y explicación de los fenómenos educativos.
Uno de los valores que hay que entender para avanzar en la concepción de compartir los recursos está en comprender que la producción académica individual o colectiva es un bien público, que la sociedad mexicana ha apoyado, mediante los diversos programas estatales y federales, para avanzar en la explicación y solución, en nuestro caso, de las problemáticas educativas, de responder a los cuatro grandes problemas de nuestro sistema educativo, cobertura, equidad, infraestructura y calidad.
La gestión y el liderazgo tienen en su escencia el principio de la responsabilidad social y formación de una nueva ciudadanía. Una de las ideas rectoras que están ausentes, por ejemplo, en los planes de desarrollo institucional, es sin duda, la expresión del tipo de ciudadano, del profesional que se pretende formar para una nueva ciudadanía. Esto tiene su génesis en los espacios escolares, en los contenidos culturales que los estudiantes aprenden en su actuación cotidiana, con sus pares y diversos actores que participan en su formación. Tal vez nos debería de llamar la atención el desprecio que se tiene del ciudadano actual de las normas, del tipo y calidad de la convivencia, de la promoción desde la escuela del individualismo exacerbado, del privilegio del tener más que del ser y, sobre todo, de la profundización desde la escuela del paradigma técnico-económico como modelo de vida.
¿Cómo avanzar hacia buenas prácticas de gestión? Las nuevas prácticas de gestión para las instituciones de educación superior, llevan necesariamente, la prioridad de generar un proceso de transición, en el que se desestructure el andamiaje institucional del estilo de gestión burocrática y empresarial que se expresa en el privilegio de lo administrativo sobre lo académico, del principio del control  sobre la evaluación colaborativa. Del premio individual que fomenta el aislamiento del sujeto y que se expresa en la entrega de emolumentos en especie o en estímulos económicos temporales, que en el convencimiento y reconocimiento de los esfuerzos de los colectivos escolares, en suma, es una clara evidencia, del valor que tiene la investigación sobre la docencia.
Hoy en día tiene más reconocimiento por parte de las entidades evaluadoras, la publicación de un artículo en una revista de otro país, que el haber generado aprendizajes colaborativos y significativos para toda la vida, en sujetos cuyos impactos estamos ciertos determinarán mejores condiciones sociales y productivas, en suma en buenas prácticas ciudadanas. En tanto que, pocas veces sabemos si el artículo publicado, ha generado procesos de pensamiento nuevo, o se constituyó en la génesis de un conocimiento  socialmente útil.
Volvamos a nuestro tema. Una nueva gestión con liderazgo se caracteriza por: reconocer el quehacer institucional de los actores, comprometidos con el ámbito social donde se ubica la organización escolar, en un proceso de autogestión y en su dimensión ética y de reconocimiento de los valores sociales de la educación superior. Los actores asumen como tarea cotidiana la investigación de su práctica en el marco del proyecto de intervención permanente institucional. Se mueven en la lógica de proyectos colaborativos y desde los cuerpos y redes de académicos organizados de manera corresponsable, en proyectos colaborativos e interinstitucional. Se pasa de una relación entre actores de tipo heterónomo a otro en donde la libertad y la autonomía, la autogestión y acciones cooperativas, propician ambientes institucionales de apertura y colaboración.
Por lo anterior, las aportaciones para configurar un nuevo paradigma de la gestión conceptualizan a esta como una práctica sociohistórica que despliegan los actores, en los diferentes espacios institucionales, pautados por las estructuras académicas y administrativas, en donde se materializan los contenidos de la gestión, es compleja, heterogénea y se mueve en un ambiente de conflicto y negociación, por lo que se le reconoce como práctica política y de poder, en tanto que sus valores y contenidos se expresan mediante actos comunicativos. Se refiere a la movilización y generación de estrategias deliberadas e intencionadas para una educación liberadora.
Los valores y contenidos para un nuevo modelo de gestión. La configuración del Modelo de Gestión de Intervención Permanente. (GIP) (Rosario, 2007:96-97)
1.- Tiene como principio epistemológico la interacción que se genera entre sujeto y objeto de conocimiento, en una dinámica horizontal de acción-reflexión-socialización. La gestión es un objeto que se problematiza, se argumenta por los propios actores en diálogo y mediante el aprendizaje colaborativo y, recupera, la práctica como tarea para iniciar la teorización de nuevas prácticas.
2.- Se construye desde la cotidianeidad, con actores comprometidos con los estudiantes y con su institución. Sus prácticas evocan solidaridad, inclusión y liderazgo. Los actores institucionales debaten sobre las hegemonías, problematizan el ejercicio de poder, y diseñan nuevos proyectos institucionales con valor agregado.
3.- El directivo o responsable de la institución pauta su actuación con una lógica horizontal-radial (dimensión de ida y vuelta), con un absoluto respeto al consenso de los académicos y del trabajo colegiado, colaborativo y participativo. Reconoce los resultados planteados en los proyectos y se mueve en la lógica de la evaluación del desempeño. Promueve la apertura y difusión de los resultados institucionales,  mediante diversos medios.
4.- La sistematización de la práctica de la gestión a través la problematización de la realidad, recuperación, tematización y teorización. Estas acciones eminentemente colectivas, son parte, de la investigación en la acción que las instituciones deben plantear en los procesos de mejora continua. Es sustentable toda vez que forma parte del tejido de la organización escolar, por lo que se reconceptualiza de manera cotidiana y permanente.
5.- Privilegia la comunicación en cualquiera de sus modalidades, en donde las tecnologías de la información y sus diversos programas automatizados, dimensionan a una administración de calidad, certificada y en donde los actores asumen, en esta lógica, a la academia como eje central de la vida en la escuela.
6.- La nueva gestión se desarrolla con una visión comparada con un sentido internacional. La internacionalización de la educación es una mediación para re-construir competencias de alta dirección y competitividad.
Algunos rasgos característicos de la Gestión de Intervención Permanente (GIP).
-               La construcción de una cultura institucional, que abra espacios para la creatividad y generación de nuevas ideas, desde el colectivo escolar
-               La construcción social de la práctica de la gestión que reconoce la historia y los saberes de los actores
-               La actitud investigativa sobre la práctica de la gestión, en donde los actores se mueven como reformadores. La evaluación que permita la identificación del logro educativo para con sus resultados institucionales y tomar decisiones  y de reaprender de la realidad
-               Es mediacional y reeduca al colectivo escolar. Los conflictos, contradicciones, ausencias son tareas en permanente recuperación para lograr los consensos cara a cara
-               No se reduce a la administración de la institución o en el cumplimiento de lo que establecen los manuales de procedimientos de manera inflexible.
-               Su impacto se ubica en las redes que se construyen con diversas entidades, actores sociales, proyectos que permiten a la institución escolar expresarse, ampliando la geografía institucional.
-               Su dimensión metodológica es de carácter dialéctico y estratégico. Sus procesos están direccionados por la práctica, se confronta con la teoría para regresar a la práctica, en una acción ascendente de aprendizaje y crecimiento de los actores de la gestión.
-               Demanda la formación de nuevos líderes académicos para la gestión, lo cual implica: la habilidad de dirigir, comunicarse e involucrarse en los proyectos; habilidad para sensibilizar y generar sentido de pertenencia de sus colegas, de construir el sentido de responsabilidad y corresponsabilidad; de actuar de manera estratégica, con oportunidad y claridad cuando el momento así lo requiera; generar la cooperación y colaboración.
El cuarto principio que delinea el soporte de esta conferencia se relaciona con asumir que la calidad y excelencia se articulan invariablemente a las buenas prácticas, a la generación de valor agregado de la escuela; la construcción de una autonomía relativa para la toma de decisiones y, del reconocimiento público en el marco de una escuela abierta. Esta idea se expresa de manera total en el desarrollo de la escuela colaborativa y significa construir un nuevo modelo con el soporte de la infraestructura de las tecnologías, que permita el acceso abierto a los contenidos curriculares en lo que Tapscott y Williams (2011), denominan, en el caso de la Educación Superior, Red Global, con una  biblioteca mundial de materiales educativos, en donde los estudiantes de todo el mundo tengan acceso para armar sus propias rutas de aprendizaje personalizado y con apoyo de instructores de diversas instituciones mundiales.
La calidad y excelencia no se logra exclusivamente mediante el cumplimiento de indicadores. Si bien este es el modelo con el que nos han evaluado y acreditado para lograr el reconocimiento de los programas educativos de calidad, también es cierto que debemos replantear los alcances de este formato. Una propuesta tiene que ver con los impactos de la producción académica de las instituciones; otra sobre los vínculos reales de la institución escolar con las comunidades y trabajos concretos en el marco de las necesidades específicas; también se pueden visualizar los efectos de las diversas prácticas profesionales tanto para que los estudiantes construyan rutas profesionales, como de la reconversión de las prácticas de los actores y de los sistemas de las entidades productivas y sociales. Asimismo, se valoraría, no nada más, por ejemplo, si se tiene la suficiente infraestructura educativa y equipamiento, sino preguntaríamos, ¿cuáles son los efectos y resultados en la formación de los estudiantes? todo ello con evidencias multireferenciadas y recuperadas. Tendrían valor similar la docencia y la investigación.
Ubicados en este marco conceptual, es necesario que se reconozca la práctica docente como el espacio fundamental para generar la calidad en la formación de los estudiantes.
Como Ben Levin (2010) lo demostró, una de las políticas que permiten la mejora continua de la educación es la transformación de las prácticas escolares.
“Si el propósito es transformar la práctica, la duda, la confusión, la indagación y la creación son elementos irrenunciables para elaborar otras opciones recuperando el quehacer cotidiano...” (Rosario, 2011:23).
¿Cómo generar en el propio docente la percepción y el convencimiento de que su quehacer cotidiano vale la pena? ¿Cómo transitar de una práctica docente normada, estructurada en el marco convencional de los haceres del profesor, hacia una práctica altamente mediacional y constructivista?, Las respuestas se ubican en la construcción por parte del profesor de su proyecto de innovación, de la docencia subsumido en el contexto de un proyecto de gestión de intervención permanente. Formalizar un proyecto de innovación en la docencia se inicia con la búsqueda de la congruencia entre el discurso del profesor y las acciones desencadenadas en la práctica. En esta lógica, la recreación de los contenidos curriculares durante el proceso de la práctica curricular vivida, permiten diversas miradas y genera creatividad en las propuestas y formulaciones de situaciones de aprendizaje de un menor conocimiento, a otro de mayor conocimiento.
No puede existir un proyecto de innovación en la gestión sin la construcción de proyectos de innovación en la docencia. Esto es, se trata de asistir a una comunidad o colectivo escolar que aprende y reformula de manera permanente la viabilidad de los procesos y productos de la institución escolar.
Lo anterior nos remite a la configuración de comunidades de aprendizaje en donde la capacidad de los actores institucionales para transformar su rol y abrir su trinchera individual, nos permite reconocer la distribución del poder con sentido de equilibrio y en donde los actores, todos, son sujetos y objetos de transformación.
Como lo he sostenido a lo largo de esta discertación, aprendizaje colaborativo, es un proceso pedagógico y de gestión orientado en una comunicación constante, de construcción individual y colectiva del conocimiento; de la formación en valores mediante procesos de significación, así como la implementación de recursos reflexivos.
La docencia, generadora de conocimiento nuevo, forma individuos con capacidades para formularse preguntas, confrontar sus hallazgos a la luz de la teoría o marcos conceptuales explícitos, para volver a preguntarse por las prácticas sociales en la realidad en la que el individuo se desenvuelve.
Algunas líneas que evidencian que el profesor se ubica en un proyecto de gestión e innovación para la calidad son: (Rosario 2011).
- El autoreconocimiento del valor que tiene como educador y líder  transformador. Se trata de reconocer sus motivaciones e incrementar su autoestima para movilizar conciencias con profundos valores éticos y sociales.
- Identificar, integrar y asumir que los saberes académicos que construirán sus estudiantes son cognoscitivos, procedimentales y actitudinales. Propiciar en los estudiantes el aprendizaje permanente y de una actitud de insatisfacción y búsqueda y de que el hombre en lo individual y en comunidad tienen el derecho y obligación de una mejor calidad de vida.
- Reconocer como prioridad la intencionalidad educativa de sus acciones en cada uno de los ambientes de aprendizaje que despliegue para los estudiantes. El acto de educar es un proceso y representa la oportunidad para imaginar, crear y gozar del mundo de la escuela, por lo que el desarrollo  de la capacidad educativa   guarda como tarea transcendente, la generación de percepción positiva del quehacer en la escuela por parte de la sociedad.
Quiero terminar mi intervención compartiéndoles algunos principios básicos para el cambio educativo en México, desde sus escuelas. Estas ideas representan actualmente la base de mis preocupaciones como académico y son el fundamento de mis proyectos de investigación que desarrollo actualmente:
  1. La construcción de un nuevo modelo educativo para México, en el marco de la democratización de todo el sistema educativo.
  2. Diseño de nuevas políticas públicas para todo el sistema educativo que tomen como valor fundamental la configuración y formación de una nueva ciudadanía.
  3.  Convocar a una cruzada nacional por la mejora de nuestras instituciones educativas, bajo los siguientes criterios:
     -  Recuperar el valor de la escuela mexicana;
- Desestructurar las hegemonías y élites académico-administrativas de cualquier tipo de organización que impida la transformación de la educación en México;
- Trastocar las prácticas de gestión directiva que inmovilizan e inhiben cualquier intento renovador dentro de la estructura organizacional de la escuela mexicana.
- Dotar de autonomía relativa a la gestión en las escuelas para la toma de decisiones.
- Involucrar a entidades y sectores públicos, privados y sociales para coadyuvar en el mejoramiento, bajo la etiqueta de programas “complementarios para la calidad educativa” con la rectoría del Estado.
  1. Repensar las estrategias con respecto al tratamiento de los problemas educativos de carácter estructural como son la cobertura, la equidad, la infraestructura y la calidad, desde otras perspectivas y lógicas de intervención, mediante modelos pedagógicos sustentables, on line, de contenidos abiertos, y de una amplia movilización para el acceso y disponibilidad de los contenidos curriculares y por lo tanto, del acceso de la escuela mexicana bajo el concepto de escuela abierta a la comunidad.
  2. La investigación educativa en el marco del Modo 2 de hacer ciencia de Gibbons, deberá ser una mediación para una política vinculada al proyecto escolar de cada institución, en la búsqueda de sistematizar y documentar, los conflictos, fortalezas, ausencias y contradicciones de la escuela mexicana, lo que implica un ir y venir de la indagación, problematización, y vinculación a la socialización de sus resultados. Esta política tendría un carácter permanente y obligatorio.
  3. Construir un nuevo modelo para la formación y actualización del docente mexicano. Algunos de los marcos teóricos y metodológicos que contendría   dicho modelo son: la pedagogía crítica de Freire, Peter Mclaren, Michel Apple, la pedagogía liberadora de Paulo Freire, el paradigma de la complejidad de Edgar Morín, las investigaciones de Benjamin Levin y el modelo de formación de docentes desarrollado históricamente por la Universidad Pedagógica Nacional, entre otros.
  4.  Establecer como prioridad la atención a grupos y sectores de la población ampliamente vulnerables con políticas públicas permanentes que transformen las actuales estrategias y mecanismos de apoyo a dichos segmentos. Esto significa abatir los niveles de pobreza y de alta marginación mediante intervenciones socioeducativas y con estancias que motive a los profesionales a permanecer durante temporadas amplias y mediante un esquema de ganar-ganar, sobre todo en la geografía màs alejada de las zonas urbanas.
Me queda claro que vivimos tiempos cruciales en este país sin caer en romanticismos que obscurecen las miradas de la realidad objetiva. Si les puedo asegurar estimad@s colegas que en el cambio de nuestra actitud, el valor que le demos a nuestra tarea cotidiana, y el reconocimiento y satisfacción de formar al nuevo ciudadano mexicano para el siglo XXI, se encuentran o se ubican los motivos para no cruzarnos de brazos y de pensar en sentido negativo de que este país no puede salir adelante. Todo lo contrario, trasformemos nuestras concepciones, nuestras prácticas educativas y de gestión y demos testimonio de que México, crecerá con mejores posibilidades, eso no me queda la menor duda. Ahí estaremos.
Referencias Bibliográficas
-               CÓRICA José Luis y DINERSTEIN, Patricia. (2009). Diseño curricular y nuevas generaciones. Incorporando a la generación .NET.  Editorial Virtual Argentina. Argentina.
-               GIBBONS, Michael, LIMOGES, Camille, NOWOTNY, Helga, et.al. (1997). La nueva producción de conocimientos. La dinámica de la ciencia y la investigación en las sociedades contemporáneas.  Ediciones Pomares. Barcelona, España. Recuperado el 10 de marzo de 2012 de: http://respaldo.fcs.edu.uy/enz/licenciaturas/sociologia/cts/Modulo2_Gibbons.pdf
-               LEVIN, Benjamin. (2010). Cómo cambiar 5000 escuelas. OISE/Universidad de Toronto.  Toronto, ON, Canadá
-               ROBLES, V. Héctor. (Coord.) (2012). INEE. Panorama Educativo de México 2010.Indicadores del Sistema Educativo Nacional.Educación Básica y Media Superior. México.
-               ROSARIO, M. Víctor M. (2011). Los saberes del profesor para transformar su práctica docente por competencias. Hacia la innovación en la docencia. Red de Académicos de Iberoamérica. A.C. Palibrio. Bloomington, In. E.U.
-               --------------------------------  (2007). La gestión directiva en la Universidad de Guadalajara. Reconstrucción de las experiencias de dos Centros Universitarios. (2001-2007). CONACyT. Edit. Universitaria. Universidad de Guadalajara, México.
-               TAPSCOTT, Don y WILLIAMS D. Anthony. (2011). MACROWIKINOMICS. Nuevas fórmulas para impulsar la economía  mundial. Edit. Paidós. Barcelona, España.




[1] Las estrategias de primera generación son aquellas actividades del profesor de corte magisterial, con todas sus implicaciones pedagógicas de carácter heterónomo; las de segunda generación, se refieren a la incorporación en las actividades del estudiante del apoyo de materiales básicos como el libro, la libreta, el pizarrón y los premios y castigos; en el tercer paquete de estrategias se refieren a aquellas acciones en el que se incorporan algunas técnicas didácticas  centradas todavía en el profesor en el supuesto de que los estudiantes pudieran diversificar las formas de trabajo para aprender. En estas primeras estrategias, el examen, para evaluar los productos se convierte en el instrumento para determinar el logro de los aprendizajes. El centro del proceso educativo sigue siendo el profesor. Las estrategias de cuarta generación nacen en el contexto de la implementación de diferentes modalidades educativas y del trabajo virtual en el aula, como la posibilidad de que el estudiante aprenda y construya conocimiento mediante diferentes caminos. El proceso se centra en el estudiante, él determina su trayectoria escolar y asume que la corresponsabilidad de su formación es clave para un buen pronóstico y éxito escolar.

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