Estimad@s Colegas
El cambio de sede del XI Congreso Nacional de Investigación Educativa que se llevaría a cabo en la Ciudad de Monterrey, del 7 al 11 de noviembre del presente año, ha sido cambiado, lo que representa una decisión desafortunada.
Es innegable el ambiente de inseguridad que se vive en el país y no exclusivo de la ciudad de Monterrey. Si ponderamos algunas variables podemos advertir que en algunos Estados de la República las estadísticas muestran mayores índices de hechos delictivos y que no han sido tratados con altas dosis de acidez por parte de los medios periodísticos. Sin embargo, en este contexto, vale preguntarnos: ¿cuál es el papel de los académicos de este país frente a los grandes problemas nacionales, entre ellos el de la inseguridad?, ¿cuál ha sido la respuesta de las universidades e instituciones de educación superior, a este y a otros problemas que laceran a millones de conciudadanos? En efecto, nuestras tareas están delimitadas, se encuentran establecidas en los contratos y nombramientos, sin embargo, el académico no desarrolla una tarea intrascendente, desde el momento en que tenemos la responsabilidad de formar, actualizar, a ciudadanos concretos (en el ámbito de la docencia), así como conducir y coordinar programas para el aprendizaje, centrados en el estudiante, es indudable advertir el compromiso para movilizar las conciencias y fortalecer en valores que intervengan y regeneren el tejido social, que hoy a todas luces se ha desquebrajado y que la escuela y los profesores, poco hemos hecho al respecto. La huida, el abandono y peor aún, la psicosis como método para tomar decisiones, no es ni será la estrategia, mucho menos el camino para dejar de llevar a cabo nuestras tareas, nuestras prácticas académicas. Cambiar la sede del Congreso Nacional, bajo el argumento de la "peligrosidad" de la ciudad de Monterrey es caer en la cama fértil y darle concreción a las intenciones de los grupos delincuenciales, es decir, dejarles los espacios libres, las vías abiertas para continuar sin resistencia alguna con la generación de la cultura del miedo en la población civil. Nuestra presencia, es esencia. Nuestros debates son argumentos para el desarrollo de una tarea y la búsqueda de una nueva ciudadanía, de un nuevo proyecto de nación, meta en la que el Sistema Educativo Mexicano, desde todos sus actores debería estar inmersa, con un debate abierto y permanente. Esto exige, por supueto, salir de nuestro espacio de confort y continuar nuestras actividades cotidianas, con la pasión, el convencimiento y la actitud hacia adelante con nuestros niños y jóvenes, pero nunca renunciando a las obligaciones y responsabilidad social que como educadores y académicos tenemos. De lo contrario las capacidades por las que fuimos contratados por el Estado Mexicano, a través de sus diversas instituciones, es decir, la responsabilida de educar, de coadyuvar para conocer, saber hacer, saber convivir y saber ser, quedaría irremediablemente en el discurso. ¿Qué lección esá dando el COMIE y sus miembros con esta decisión?
Mi solidaridad con la población de Monterrey, con los Regios y sobre todo estamos puestos para el debate abierto en cualquiera rincón del País.
Un abrazo a mi hija, que vive y trabaja en ese lugar pujante y de grandes ejemplos para la República Mexicana, Monterrey, Nuevo León.
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